sábado, 17 de marzo de 2012

Hay vida después de tres horas en una peluquería.

La espera junto a Bea, la perrita peluquera.


No, tranquilidad, no era yo la que iba a hacerse algo, acompañaba a una amiga a la prueba de maquillaje y peluquería para su boda.

Porque parece ser que la gente sigue queriéndose tanto para casarse, porque parece ser que, en el mismo mundo en el que yo me levanto por las mañanas, la gente organiza bodas y cree en el matrimonio. Porque parece ser que hay personas que creen conveniente gastarse muchos cientos de euros en una prueba de peluquería y maquillaje.

Y mientras pasaban las horas entre mascarillas, lacas y sombras de ojos, yo dejé de pensar en él por un momento, y todo se quedó en la puerta, esperando a que saliera.

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