Todo el mundo podría saber cómo se sentía todo el mundo, y podríamos cuidar más de los demás, porque no se te ocurriría decirle a alguien cuya piel estuviera de color púrpura que estás enfadado con él o con ella porque ha llegado tarde, de la misma forma que, si veías a alguien rosa, le darías una palmadita en la espalda y le dirías: "¡Felicidades!".
Otra de las razones por las que este sería un buen invento es que hay muchas veces en que sabes que estás sintiendo algo intensamente pero no sabes qué es eso algo, ¿Es frustración? ¿O pánico puro y duro? Y esa confusión te altera el humor, se convierte en tu humor, y te conviertes en una persona confundida y gris. Pero con ese agua especial bastaría con verte las manos de color naranja para pensar: ¡Estoy contento! ¡Lo que estoy es contento! ¡Vaya alivio!
Tan fuerte, tan cerca.
Jonathan Safran Foer.
Jonathan Safran Foer.
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