lunes, 31 de enero de 2011

Mi reino por un "te amo", sangrándote en la boca.


Lear King en los claustros.


...
Y aquí vivo esperándote,
contando días y horas y estaciones.
Y cuando llegues, anunciada
por el sonido de las trompas
de mis fantasmales cazadores,
sé que me reconocerás
por mi corona de oro (a la que han arrancado
sus gemas las urracas ladronas)
por la escudilla de madera que me legó el bufón
en la que robles y arces depositan
su limosna encendida, su diezmo volandero,
el parpadeo del otoño.

Ven pronto, el plazo ya está a punto
de cumplirse. Y no me traigas flores
como si hubiese muerto.
Ven antes de que me hunda
en el torbellino del sueño.

Ven a decirme "te amo" y desvanécete en seguida.
Desaparece antes de que te vea
nadando en un licor trémulo y turbio,
como a través de un vidrio esmerilado.
Antes de que te diga:
"Yo sé que te he querido mucho
pero no recuerdo quién eres".

"Cuaderno de Nueva York" 1998.
José Hierro.

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